Bueno Bueno aqui nenas les dejo el primer capitulo del segundo libro de la trilogía DESCUBRIENDO A SEYTTON... se que muchas como yo lo hemos estado esperando.
CAPÍTULO 1
Salgo del ascensor como alma que lleva el diablo, solo dispongo de treinta minutos para cambiarme y llegar a la agencia. Necesito que Hermes me lleve. Entro en casa y le llamo.
—Hola ¿te han dicho alguna vez, que eres el tío más guapo y sexy de todo el planeta? —le digo en voz baja y sensual.
—¿Qué quieres pedirme, Chloe?
—¿Por qué piensas que voy a pedirte algo? —finjo estar molesta.
—¿Tal vez por ese tonito de teléfono erótico que me estás poniendo? O quizás… porque cuando me halagas tanto, algo viene detrás. Ya te lo he dicho un millón de veces, no pienso darte una noche loca de sexo salvaje —dice en tono socarrón.
Este es el juego favorito de Hermes, seguro que tiene alguien a su lado.
—¡Idiota, qué bien me conoces! —Me burlo entre risas— y sobre esa noche loca, sigue soñando; hay alguien contigo ¿verdad? —añado mientras saco del armario lo primero que veo: un vestido tubo en color gris claro —necesito estar dentro de veinte minutos en el trabajo, te necesito a ti y a tu fantástica moto.
—Admito que todo lo que has dicho es cierto —suelta muerto de risa, nos conocemos demasiado bien— menos lo de idiota. De acuerdo, dentro de diez minutos estoy ahí y por tu seguridad, señorita, no me hagas esperar, tengo mucho trabajo y ya debería haber empezado.
Me despido de Hermes, lanzo el móvil encima de la cama y me visto a toda prisa; me hago un recogido ya que no tengo tiempo ni de volver a lavarme el pelo ni a desenredarlo bien; un poco de maquillaje y lista. Recojo mi bolso y salgo disparada.
Hermes ya está esperándome apoyado en su fantástica Harley-Davidson, con su inseparable cazadora de cuero y sus vaqueros desgastados.
—Hola cielo —me besa.
—Tienes exactamente veinte minutos para llegar. —Le ordeno mientras intento ponerme el casco que me ofrece, ya que el recogido del pelo no me lo está poniendo nada fácil.
—Me encanta lo relajada que te veo —dice bromeando y arranca la moto. Me subo y casi salgo volando. Se ha tomado en serio lo de llegar puntual.
Entro en la agencia y Marydol, nada mas verme, coge mi bolso, me da mis informes y salgo corriendo hacia la sala de reuniones.
¡Uf, por poco! Está empezando a llegar todo el mundo.
La reunión está resultando tediosa y ya está durando una eternidad. Por lo que he podido comprobar, todo mi trabajo de tres meses no ha servido para nada: ya tienen la elegida para la traducción de esos manuscritos y no soy yo. Así que, aunque mi cuerpo está sentado en una de estas sillas tan fashions sumamente incómodas, mi mente está en otro lugar; no dejo de pensar en todo lo que ha dicho Alec. Era justo lo que me faltaba para que mi día sea una auténtica mierda. Salgo de la reunión con la sonrisa más falsa que el Rembrandt que tiene mi tía Edna colgado en su salón. Me voy hacia mi mesa y Marydol sale a mi encuentro.
—Lo acaban de traer para ti —me anuncia entregándome una caja de color negro nacarado; la cojo y me quedo paralizada mirándola.
—¿Quieres abrirlo de una puñetera vez para que me pueda ir? No creo que sea una bomba —me apremia para saciar su curiosidad.
Lo desenvuelvo con los dedos temblorosos, mis nervios no se deben al regalo, más bien a que sé perfectamente quién me lo envía.
—Es… ¿¡un móvil!? —mi sorpresa es patente.
—No, tonta, es un rascador para la espalda; por supuesto que es un móvil ¡Oh, Dios mío! Es el último modelo… —enmudece de repente admirándolo— ¡Joder, son brillantes!
—Serias tan amable de devolvérmelo —le pido extendiendo la mano.
—¿Tú sabes cuánto vale esta maravilla? —pregunta mientras me lo entrega.
—No y no me importa, no pienso quedármelo —respondo; lo vuelvo a guardar en la caja.
—¿¡Lo vas a devolver!? —protesta casi gritando y con los ojos que se le salen de las órbitas.
—Por supuesto —sentencio.
—¿Por qué no me regalarán a mí estas cosas? Yo no lo devolvería ni aunque me mataran; por lo que veo tienes a ese tío loquito.
—¿Puedes avisar a uno de los mensajeros para que se lo lleven? —Marydol me sigue mirando con la boca abierta—. Por favor —le ruego y se lo lleva refunfuñando.
Me siento y abro el ordenador, lo mejor será que me ponga a trabajar.
—Al menos vamos a leer la nota —comenta de vuelta otra vez a mi mesa y abriéndola ella misma.
—No me interesa lo que ponga.
—De acuerdo, pero a mí sí —me mira pasando la dichosa notita por delante de mi nariz—. Veamos que pone —sigue mirándome por encima de la nota y veo la guasa en sus ojos— ¡Ah, perdona ! Olvidé que no quieres saber nada, la leeré en silencio.
—Quieres leerla de una puñetera vez —le insto un poco malhumorada.
“Este jamás se quedará sin cobertura, es lo último en tecnología.
Alec.”
Me acaba de dar un vuelco el corazón.
—Vaya, en esta no se ha lucido mucho, me gustó más la primera —dice muerta de risa y, por supuesto, volviendo a coger el móvil.
—¿Quieres parar ya con tanto toqueteo? Déjalo en la caja y, por favor, que se lo lleven.
—¿Y si quitamos algún brillantito antes de devolverlo? Igual no se dan ni cuenta, hay muchos. ¡Mira con solo esta parte de aquí, nos podríamos hacer unos pendientes! —me sugiere señalando la parte inferior y no puedo evitar echarme a reír a carcajadas ante su ocurrencia.
Dol se marcha no sin antes volver a decirme que soy tonta por no aceptarlo y que los regalos no se devuelven. Lo que ella no sabe es por qué no lo quiero; no entiendo a qué viene mandarme el dichoso teléfono ¿No captó mi mensaje de despedida? De pronto me vuelven a llamar por la línea interna.
—Oye guapa, suéltalo ya, tú estás abonada en algún sitio ¿verdad? uno de esos de ¨como conocer a tíos macizos¨. Aquí tienes a otro no menos impresionante que el que te ha enviado el regalito. Lo tengo a la espera.
—¿A quién te refieres, Dol? —le pregunto aguantando la risa, la socarronería de esta mujer no tiene límite.
—A un tenista súper famoso y que está buenísimo. —Me acabo de quedar muda— Chloe, ¿sigues ahí? tienes al otro lado de la línea nada más y nada menos que a Jesse Nox.
—Sí —consigo decir— pero… ¿cómo demonios sabe que trabajo aquí? ¿Está de moda averiguar dónde trabaja la gente? No lo entiendo.
—¿Te lo paso o me quedo un rato charlando con él? —me insiste con ironía.
—Pásamelo.
—¿Chloe?
—Hola, Jesse, que sorpresa, ¿Cómo sabías dónde trabajo?
—Es a la vigésimo segunda que llamo, no tenía ni idea de que hubiera tantas agencias de traducciones en Nueva York —dice un poco asombrado.
—Sí, tenemos bastante competencia.
—Te debo una invitación para un partido de tenis ¿recuerdas? Y mañana por la tarde participo en uno por motivos benéficos. Así que me acordé de ti y pensé que no podías perdértelo.
¡Mierda! Pues no me acuerdo. Pero… ¿le dije que iría a verle jugar?
—¿Chloe, sigues ahí?
—Sí, lo siento es que tengo una llamada por la otra línea —miento descaradamente. No sé qué decirle.
—No, discúlpame tú a mí, me imagino que estarás muy ocupada.
Si él supiera… aquí estoy, traduciendo folletos sobre cómo montar una batidora.
—¿Qué te parece si te invito a comer y charlamos de todo esto?
En ese momento mi jefe se dirige hacia mí y hace un gesto con la mano para que le acompañe.
—De acuerdo —contesto sin pensar y me despido de él.
¿Acabo de quedar con Jesse para comer? No me apetece en absoluto, aunque si lo reconsidero mejor, igual es buena idea; así mi cabeza dejará de pensar en Alec, menudo lio. Imagino que con la devolución del regalo le quedará ya claro que no quiero volver a verlo; sin embargo mi corazón se encoge de inmediato ¿en realidad es eso lo que quiero? ¡Dios! ¿Cómo puedo pensar en estar con alguien para el que solo soy un capricho, un pasatiempo hasta que ella aparezca?
Busco a mi jefe y lo encuentro en la sala de descanso delante de una humeante taza de café. Me siento frente a él.
—Quiero que sepas que te propuse para esa traducción.
—Lo sé Arthur —le dedico una sonrisa comprensiva.
—Sé que estás perfectamente cualificada para ello, pero no depende de mí. Valoro mucho tu trabajo, Chloe, todo el esfuerzo y empeño que pones en lo que haces.
—No te preocupes, soy plenamente consciente de que llevo poco tiempo trabajando aquí y la experiencia es un grado. Algún día tendré mi oportunidad.
—Arthur, el señor Richmond ya ha llegado —anuncia Marydol.
—Gracias, hazlo pasar a mi despacho; voy enseguida.
Mi jefe me da un apretón en la mano cariñosamente y se marcha. Regreso de nuevo a mi mesa y me sumerjo de lleno en mi traducción, al final me haré toda una experta en batidoras.
Miro el reloj y son las doce y media, así que recojo mi bolso y me marcho. Llego al vestíbulo y enseguida veo a Jesse. Lleva un estilo informal pero bastante cuidado, unos pantalones vaqueros con una camisa a juego; el contraste lo da el suéter de color púrpura que lleva sobre sus hombros.
—Hola, Chloe, me alegro de volver a verte —me saluda dándome un beso en la mejilla— he reservado mesa en un restaurante cercano, así no perderemos tiempo.
¡Caramba con el tenista, está en todo!
—Me encanta la comida hindú ¿y a ti? —pregunta indicándome el camino.
Voy a acabar de la comida hindú hasta la coronilla.
—Si no te gusta lo anulo y vamos donde tu prefieras.
—No es necesario, es perfecto —finjo interés, no voy a hacerle cambiar de restaurante.
—Estupendo, me apunto un set ¿Lo pillas? —pregunta apuntándome con los dedos.
Creo que mi cara de pasmada ya le ha contestado.
Llegamos al restaurante y nos conducen hacia nuestra mesa que está situada al fondo, un poco apartada del resto.
—Ya me he dado cuenta de que no tienes mucha idea de tenis, todo lo contrario del resto de las personas que hay aquí —comenta bajando la voz— dentro de nada empezarán a molestarme, pero no te preocupes; un par de fotos y unos autógrafos y me dejarán tranquilo. Y hay que puntualizar que mi presencia ya le ha dado caché a este lugar.
Contengo un suspiro ¿En serio me acaba de soltar eso? Le dedico una sonrisa por no ponerme a llorar. ¿Por qué no ha aparecido mi intuición advirtiéndome que no aceptara? ¡Joder! ¿Donde está cuando la necesito? Por lo visto Jesse es otro que no conoce la modestia; recuerdo lo que Alec me contestó referente a lo mismo y no puedo evitar sonreír al pensarlo.
En ese mismo momento se acercan unas personas alabando sus triunfos deportivos. Jesse me mira y encoge los hombros como quitándole importancia, pero en el fondo creo que le encanta que lo molesten. Firma unos autógrafos y vuelve a sentarse.
Lo miro fijamente, está contándome a qué se debe ese partido benéfico y lo cierto es que no le estoy prestando ninguna atención. Es muy guapo, sin embargo no me impacta como lo hizo Alec. No produce ese efecto en mí. ¡Tengo que quitarme a ese tío de la cabeza!
Aparece el camarero a tomarnos nota y le dedica a Jesse una sonrisa de total admiración. Me decido por el pollo tandoori acompañado con arroz aromático y él pide cordero con salsa de pepino.
—Tenías razón, todos menos yo —le contesto y me dedica una sonrisa mientras me sirve un poco de vino.
—¿Hace mucho que conoces a Seytton?
De pronto me viene a la memoria que Jesse me vio con Alec la noche que nos conocimos.
—No mucho —no pienso darle detalles.
—¿Estás con él? —pregunta observándome detenidamente.
Vaya, va directo al grano.
—¿A qué edad empezaste a jugar? —Bien, Chloe, táctica Seytton. Solo espero que capte la indirecta.
—A los cinco años mis padres, grandes amantes de este deporte, me regalaron mi primera raqueta; primero fue un juego y más tarde se convirtió en mi pasión ¿Practicas algún deporte?
—Ninguno en especial, de vez en cuando salgo a correr y muy de tarde en tarde voy al gimnasio. Lo admito, no soy nada deportista —me excuso, pero es la verdad.
—Creo que eso es porque nadie te ha iniciado en ninguno, si me permites yo te puedo enseñar a jugar y verás qué divertido.
El camarero regresa y nos sirve la comida.
—Eres muy amable pero te robaría tiempo, imagino que debes entrenar mucho.
—Por ti robaría tiempo a mi tiempo y, como ya te he comentado, es mi pasión y si es para compartirla contigo lo haría sin dudar.
¡Dios santo pero a este hombre qué le ha dado! ¿Por qué tiene tanto interés en mí?
—Y… retomando mi pregunta que no has contestado ¿estás con Seytton?
¡Mierda! Ya vuelve otra vez con lo mismo.
—No —contesto y una tristeza amarga me recorre por dentro.
—Perfecto, eres una mujer lista —responde con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—¿A qué te refieres? —su comentario ha despertado mi curiosidad.
—En que no caigas en su red.
Ahora sí que ha conseguido toda mi atención.
—Discúlpame, pero… no sé a qué te refieres.
—Ese tipo no es de fiar. Es un embaucador. No sabe tratar a las mujeres.
Sus palabras me desconciertan. Ahora mismo no sé qué pensar, Alec es demasiado hermético. En realidad no le conozco, sin embargo algo me dice que él no es así.
—¿Y de qué le conoces tú? —Inquiero— por lo que recuerdo no tuve la sensación de que fuerais amigos.
—¿Amigos? —Suelta una sonrisa forzada—. Por supuesto que no, yo no me rodeo de gente como él —su tono es despectivo— pero tengo amigas que sí le han conocido y, créeme, sé muy bien de lo que hablo. A ese tipo cuanto más lejos lo tengas de ti mejor.
—Bien, esa es tu opinión pero no la comparto; a mí no me ha parecido que sea ese tipo de persona.
No puedo evitar defenderlo ante esas acusaciones; mi intuición, que gracias al cielo ha vuelto, me dice que Alec no es así, solo espero no equivocarme.
Cambio radicalmente de tema de conversación preguntándole por sus logros deportivos, no me apetece que siga hablándome de Seytton y continuamos comiendo aunque a mí se me ha quitado totalmente el apetito. Jesse empieza su discurso, creo que he dado en el blanco, le encanta hablar de sí mismo; sin embargo mi capacidad de abstracción me sumerge en todo lo que me ha dicho. Acabo de defender a un tío que me dejó tirada en un avión y al que vi abrazado a una mujer, el mismo que cuando intento saber algo de él me contesta lo primero que se le ocurre y el mismo que está enamorado de otra a la que busca desesperadamente y, mientras ella aparece, yo soy su distracción. ¡Bien, Chloe, no puedes ser más patética!
—Chloe, casi no has comido ¿no te ha gustado? —su pregunta interrumpe mis contradictorios pensamientos.
—Sí, está delicioso, pero yo no como mucho —miento como una bellaca mientras miro el reloj—. Tengo que volver al trabajo.
—Qué pena —hace una mueca de disgusto— el tiempo se ha pasado volando.
Salimos y un batallón de fotógrafos se nos echa encima.
—Tranquila, yo me encargo —dice rodeándome los hombros en señal de protección.
—Jesse ¿Quién es tu acompañante? —pregunta uno de los fotógrafos sin dejar de disparar su cámara.
—Se llama Chloe Breyl —anuncia Jesse abriéndose paso entre ellos.
—¿Estáis juntos? ¿Es tu nueva pareja? —preguntan varios a la vez. Jesse me coge de la mano y camina decidido sin detenerse y sin contestar a sus preguntas.
—¿Por qué no les has dicho que simplemente soy una amiga? —inquiero molesta intentando seguirle el paso.
—No sirve de nada, pondrán lo que ellos quieran. Si dicen algo que pueda molestarte se las tendrán que ver conmigo.
—Solo tenías que haber negado la pregunta. —le recrimino antes de entrar en el edificio.
—Créeme, Chloe, no hubiera servido de nada. Si se atreven a poner algo que yo no he afirmado tendrán que retirarlo, no te preocupes —me tranquiliza—. Antes de marcharte, dame tu número de teléfono, así te llamare mañana para ir a recogerte.
Venga, Chloe, una excusa, por favor piensa, piensa.
—Anota —contesto y le doy mi número, ahora mismo no se me ocurre nada, mas tarde buscaré un buen pretexto.
—Estoy deseando que llegue mañana para volver a verte. Ganaré ese partido para ti. —Se despide con otro beso en la mejilla y, cómo no, creo que nos han hecho una foto.
Jesse es un encanto pero tengo que dejar las cosas claras con él.
***************
Llego a casa y paso por la habitación de Aby; está tumbada en la cama con la mirada perdida en el techo.—Aby ¿estás bien? ¿Te ocurre algo? —me acerco a ella un poco preocupada. Niega con la cabeza y se sienta frente a mí.
—Estaba recordando todas las cosas bonitas que hemos vivido aquí, la ilusión que pusimos al decorarlo, nuestras noches de chicas, nuestras peleas —suelta un enorme suspiro.
—¡Dios, pero qué melodramática eres! ¿Te largas a algún sitio? —Ella me mira y niega con la cabeza— ¿A qué viene todo esto, Aby? ¿momentos nostálgicos? porque si es así ahora mismo comenzamos una pelea de las nuestras —cojo uno de sus cojines y le doy en la cabeza, ella me lo devuelve como era de esperar y se pone rápidamente en pie encima de la cama.
—¿Ves esta divinidad de cuerpo? —Dice señalándose a sí misma— ¿estos rasgos perfectos? —Enmarca su cara con las manos— ¿estas dos columnas de alabastro? —se acaricia lentamente las piernas.
—Claro, Aby, eres la envidia de cualquier mortal —contesto muerta de risa.
—Pues hay alguien que no se ha podido resistir a mis encantos.
—Y… ¿se puede saber quién es el afortunado que va a disfrutar todo ese cúmulo de belleza empaquetada? —suelto sorprendida, hace tiempo que Aby no sale con nadie.
—Dylan. Y, para tu información, ya lo ha disfrutado y bastante bien; mejor dicho, fue sublime —se abraza al cojín y se tira en la cama.
—¡¿Qué?! ¿Te refieres a Dylan, el hermano de Charlotte? ¿El que decías que era un imposible, el mismo sobre el que nos estuviste dando la paliza durante meses? —le grito entusiasmada.
Aby afirma con la cabeza y una enorme sonrisa dibujada en su cara.
—¡Oh, Aby es genial! cuéntamelo todo —le ruego.
—En otro momento —se levanta de un bote de la cama.
—¿Me vas a dejar así, mala pécora?
—Lo siento, tendrás que esperar. Tengo que arreglarme, dentro de una hora pasará a recogerme. Y, señorita, te libras de una buena porque no tengo tiempo, pero tienes que contarme todo lo que ocurrió con Seytton.
—Me lo pensaré —replico— por cierto ya puedes dejar de quejarte, lo has visto materializado.
—Sí, pero una prima desconsiderada se largó con ese bombonazo impresionante sin molestarse en presentarlo.
Me echa a empujones de su habitación y me cruzo con Tawny, que no saluda y se va directa al cuarto de baño dando un portazo enorme.
—Hola a ti también —grito y creo que me ha soltado una palabrota ¿Qué le habrá ocurrido? De repente abre la puerta y viene hacia mí.
—Voy a sacarme la licencia de armas y le voy a volar las pelotas a Shawn —me suelta de pronto tremendamente furiosa.
—¡Joder, Tawny! ¿Qué te ha hecho? Déjate de armas y dale un rodillazo de los tuyos, créeme hará el mismo efecto —intento bromear pero lo cierto es que está muy cabreada.
—Será capullo, cabrón, hijo de p…
—De acuerdo, dejemos a la madre en paz —la interrumpo— ¿quieres contármelo?
—Ha anulado todos los conciertos que teníamos y ¿sabes por qué?
Niego con la cabeza, Tawny está fuera de sí.
—Porque se está tirando a esa guarra —espeta con un grito.
—Y… ¿qué tiene que ver la guarra en todo esto?
—Va a cantar y hay que joderse, un cuervo lo hace mejor que ella. ¿Sabes qué te digo? que antes me corto las piernas que enseñar a bailar a esa arpía.
—¿Eso es lo que te ha propuesto?
—Así es, lo ha cambiado todo y la presenta a ella. —Dice apoyando su frente en mi hombro; inmediatamente la abrazo.
—¿Por qué no llamas a David? El siempre ha querido contratarte para que actúes en su local. —Le recuerdo, no quiero que se derrumbe.
—No sé qué hacer ahora mismo; estoy rabiosa y echa un lio.
—¿Cole lo sabe?
—No, se tuvo que marchar esta mañana a Chicago vuelve dentro de dos días. Voy a darme un baño; con un poco de suerte espero ahogarme en el.
—Que sepas que no pienso hacerte el boca a boca. —Bromeo en un intento por hacerla reír— ¿Qué te parece si nos ponemos una de esas mascarillas asquerosas de Aby? —Le sugiero haciendo una mueca como si fuera a vomitar— según ella son relajantes.
—Genial enseguida salgo y nos embadurnaremos con esa mierda —concluye Tawny sonriendo; al final ha surtido efecto, no me gusta verla tan disgustada sé perfectamente que todo esto le afecta mucho.
Me voy hacia mi dormitorio y oigo mi móvil; regreso al salón y miro quién llama. ¡Es Alec! ¿Por qué me llama? Me da igual, no quiero saberlo y no pienso cogerlo; lo dejo y me voy al otro cuarto de baño. Tomaré una ducha y prepararé la cena, hoy me toca a mí.
Acabamos de cenar, nos embadurnamos con esa asquerosa gelatina de color verde y nos tiramos en el sofá.
De pronto suena el interfono.
—¿Esperas a alguien? —miro a Tawny y ella niega con la cabeza, ¿quién será a estas horas?
—¿Quién es? —pregunto extrañada.
—Chloe, soy Alec.
Enmudezco de repente.
—¿Sigues ahí?
—Sí, ¿qué quieres, Alec? —consigo decir.
—Verte.
—¿Para qué? —pregunto en tono adusto.
—Abre la puerta, Chloe. —Me ordena.
—No, yo bajo —sin pensarlo echo a correr escaleras abajo; oigo a Tawny gritarme y en ese instante me doy cuenta de que voy descalza pero me da igual, lo que tengo que decirle no me llevará mucho tiempo. Abro la puerta de la entrada; mi respiración es agitada por la carrera que me he pegado, sin embargo se me corta de repente al verlo. Ahí está, apoyado en la pared con las manos en los bolsillos, tan increíble y espectacular como siempre.
—Bien, ya me estás viendo —le suelto al mismo tiempo que el aire que había estado reteniendo en mis pulmones.
La perplejidad de su rostro me advierte de… ¡Joder llevo la mascarilla puesta! Alec me recorre con su mirada y en su cara se dibuja una sonrisa burlona.
—Entra en el coche, Chloe —vuelve a ordenarme.
—Tengo la cara verde ¿no? —Él asiente con la cabeza, creo que está aguantando la risa— no pienso ir contigo a ningún lado.
—¿Qué demonios te ocurre? —me increpa.
—Nada, creo que te lo dejé bien clarito.
—Estás descalza, medio desnuda y llevas la cara verde, así que déjate de tonterías o seré yo quien te meta dentro del jodido coche.
Verdaderamente tiene razón, menos en lo de desnuda, llevo un short aunque… bueno, un poco corto sí que es y una camiseta de tirantes ¿Cómo he podido salir con esta pinta de casa?
—Tenemos que hablar y este no es el sitio adecuado —insiste entre risas.
—Sí, claro, eso mismo dijiste cuando me sacaste de la discoteca y que yo recuerde no hablamos de nada —refunfuño, lo cierto es que todo esto es un poco cómico.
—¿Subimos o nos vamos? ¡Decide!
—Está bien. Sube a casa —accedo ya que como no me quite pronto este potingue que llevo en la cara, algo me dice que lo voy a lamentar.
Me dirijo hacia las escaleras y Alec me sigue; no pienso subir en el ascensor, le haré que haga un poco de ejercicio y suba siete pisos andando.
Llegamos. Ninguno de los dos hemos abierto la boca en todo el trayecto. Alec se acerca a mi oído.
—Gracias por la vista tan bonita de tu culo. —Me suelta en ese tono arrogante que le caracteriza.
—¿Quién es, Chloe? —pregunta Tawny desde el salón.
—Alec, te presento a Tawny mi mejor amiga.
Tawny se queda perpleja ante él.
—Encantado, Tawny —la saluda ofreciéndole la mano.
—Voy a quitarme la mascarilla —les digo y me marcho hacia el cuarto de baño.
—Ve, yo me ocupo de tu invitado —responde Tawny.
Me miro al espejo y casi me muero del susto ¡Dios de mi vida! lo que no entiendo es cómo este hombre no ha echado a correr nada mas verme. Tengo que ser fuerte; mi debilidad es patente, sin embargo no puedo seguir con esto, él quiere a otra.
Salgo del baño y me encuentro a una Tawny encantadora, nada que ver con la de hace un par de horas, charlando animadamente con él ¡Vaya, sí que la ha dejado impactada, se le ha ido hasta el cabreo!
—¿Quieres una copa, Chloe? —me ofrece Tawny.
—No, gracias.
—Bien, os dejo, tengo que hacer una llamada, ha sido un placer conocerte, Alec —se despide haciéndome un guiño.
—Soy toda oídos —le digo mientras tomo asiento en la otra punta del sofá.
—En primer lugar no vuelvas a hacerlo, Chloe, no cogerme el teléfono cuando te llamo; en segundo lugar ¿por qué me has devuelto el regalo? y…
—¿No te has parado a pensar que igual es que no quiero hablar contigo? —Le interrumpo.
—Bien, pues descuelgas y me lo dices ¿tan difícil es? —Prosigue y se acerca a mi lado— ¿Me puedes explicar qué es lo que te ocurre? —su tono es dulce; se ha acercado y me ha cogido la mano acariciándola entre las suyas. ¡Por favor, que no haga esto!
—Sé lo que buscas —respondo casi en un susurro retirando mi mano; una punzada de dolor me atraviesa al oír mis propias palabras y lo que significan y, como si un rayo me despertara, en ese mismo instante me doy perfecta cuenta de que me he enamorado de él.
—¿De qué estás hablando? —me mira sorprendido.
—Estabas en tu estudio hablando con alguien; pude oírte. —Mis palabras suenan temblorosas, tengo un nudo enorme en la garganta.
—¿Tus padres no te enseñaron que es de muy mala educación escuchar detrás de las puertas? —Espeta en un tono duro y gélido.
—Si tanto la quieres ¿por qué no estás con ella? —le pregunto con rabia poniéndome en pie— ¿Vas a contestarme o vas hacer lo que haces siempre, responder lo que te dé la gana? —Alec me lanza una mirada furibunda—. Así que ya sabes lo que me ocurre, lárgate y déjame en paz. No quiero volver a verte.
—¡Maldita sea, cállate! —Su grito me deja petrificada. Se levanta y se pone frente a mí.
—Ella… —hace una pausa y se pasa las manos por el pelo, nervioso; advierto algo extraño en él, algo que lo está torturando.
—¿Ella que Alec? dilo de una vez. —insisto con rabia.
—Ella… está muerta —contesta y veo el sufrimiento en su precioso rostro.
¡Muerta! ¡Ha dicho muerta! Repito mentalmente; su revelación me ha dejado completamente paralizada.
—Lo que busco es lo que pueda quedar de su cuerpo para poder darle un funeral digno, el que ella se merece —añade con la voz desgarrada. Sus palabras me sobrecogen.
—¡Dios mío, Alec! Yo… yo lo siento mucho —consigo decir y Alec levanta sus manos para que me calle.
—Espero que esto haya satisfecho tu curiosidad. Buenas noches, Chloe. —Da media vuelta y se marcha.
**********************
Ahora a seguir esperando!!!
Hola, cuando puedo descargar el libro completo? Es que me muero por leerlo, gracias!
ResponderEliminarEste segundo libro ya salio
ResponderEliminarESTE LIBRO ESTARA DISPONIBLE EN NOVIEMBRE.
EliminarYa estamos en noviembre y todavía no hay fecha de publicación del próximo libro??
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